Los paraísos artificiales, una historia del cannabis/cáñamo a través de su aparición en la literatura, de José García Robles.
«Cáñamo como redil de pescadores, soga, jarcería, enser cotidiano de la época, voz poetizable, pero no consumible como enervante, aún cuando los citados autores y otros conocían de sus efectos embelesadores. Sería difícil, casi imposible, hallar en la novela picaresca, la poesía erótica o el teatro de entonces, ya no digamos una historia, sino una simple mención del cáñamo como sustancia psicoactiva. Como droga, la planta tendría que esperar hasta mediados del siglo XIX y sobre todo a mediados del XX para que a pesar de su condición ilegal, en amplias franjas sociales sufriera una resimbolización significativa que propagara su consumo.
DISCRETO ADORADOR DE LA CANNABIS. Dos siglos después de la indiferencia asestada al cáñamo como droga por los picos más altos de la literatura española, los poetas europeos (franceses) comienzan a redescubrir la veta lúdica y embriagante de la planta. Fumar hashish y versificarlo es, a finales del XIX, un acto simbolista consecuente, casi necesario. Por su parte, el modernismo hispanoamericano, influenciado directamente por la poesía francesa postromántica, no dejó de inhalar estos aires exóticos y novedosos. Martí, por ejemplo, escribió un largo poema sobre el hashish y Darío dos cuentos.»