Entrevista a Francisco Javier Irazoki, sobre música (su último libro, La nota rota), y su poesía. Muy lúcido.
«LCM: Probablemente, la música y la literatura constituyen lenguajes distintos de una misma mirada: la de lo bello, captado a través del arte. ¿Con cuál se siente usted más identificado?
FJI: En la juventud me consideré un músico frustrado. Lamentaba el desconocimiento de la técnica musical e intuía que ese era el arte donde mejor podía expresarme. En el conservatorio, al estudiar los rudimentos de la composición, entendí cuánto cuesta decir algo verdadero en un sistema misterioso para el principiante. La técnica solamente me dio una belleza sin personalidad. Los acordes enlazados de manera mecánica sonaban bien, pero ¿estaba allí mi pequeño mundo? Llevo casi cuarenta años de escritura poética y me identifico con menos torpeza en el lenguaje literario.
LCM: Diríamos también que la música, además de escucharse, se puede leer. Por lo que no estamos tan lejos… Sin embargo, la música sigue gozando de un seguimiento popular que no alcanza la literatura. ¿Le preocupa que se lea poco, especialmente entre los jóvenes?
FJI: Si alguien renuncia a un placer, no protesto. El problema surge cuando se deja de lado un placer que nos hace libres. Por supuesto que la lectura de calidad ayuda a que haya ciudadanos indóciles frente a las manipulaciones. Acentúa el individualismo crítico. Así de sencillo: al buen lector le resulta difícil corear las consignas de un rebaño compacto.»