Un reportaje de José Luis Barbería sobre los incendiarios que, año tras año, causan estragos en nuestros bosques. Muy completo, solamente echo de menos un análisis del perfil de los encubridores, que los hay. No son pirómanos, son aprovechados.
«A la denominada “cultura del fuego”, tan extendida en el agro gallego, castellano y mediterráneo, que hace de la quema una herramienta para deshacerse de los rastrojos, despejar pasos, eliminar áreas de matorral, se unió, en este caso, el “efecto llamada” que llevó a no pocos “espontáneos” a sumarse a la orgía de fuego. “Conviene no confundir al incendiario con el pirómano, que es una persona con trastornos psiquiátricos”, advierte José Joaquín Aniceto, coordinador de agentes medioambientales en Cádiz y estudioso de la cuestión. “Al utilizarlo erróneamente como sinónimo de incendiario soslayamos el hecho de que la gran mayoría de los incendiarios son gentes normales que actúan así por interés: convertir tierras de matorral en pastos para el ganado, facilitar la caza, quemas agrícolas incontroladas, venganzas… Únicamente el 5% o 6% de los incendios intencionados son obra de enfermos pirómanos”, apunta.»