Supongo que se habrán dado cuenta de lo mucho que se parecen los restaurantes de carretera entre sí. Supermon relata sus impresiones de esta dimensión paralela: El Aleph-diesel.
«Enfrente, una barra larga. Encima del mostrador, productos típicos de la zona (quesos, embutidos, dulces conventuales…). Detrás, bollería industrial, unos bocatas plastificados de salami/queso/jamón (la palabra “correoso” se materializa ante nosotros) y un plato con un sector circular de 270º de tortilla de patata de aspecto… bueno, si Michael Jackson hubiera nacido como tortilla de patata casera habría terminado adoptado ese aspecto. Dispuestos como autómatas, equidistantes dentro de la barra, varios camareros. Nunca nos preguntarán “qué va a ser”, esperarán a que hablemos para ajustar sus sensores. Sirven el peor café del universo (por eso todo el mundo se entretiene en removerlo, es una actividad más placentera y relajante que consumirlo). Para los viajeros abulenses (acostumbrados a las tapas de cocina) el lugar es abiertamente hostil.»