La NASA envía dos naves a la Luna en busca de hielo y zonas para futuros alunizajes. Mariano Ribas explica la misión y relata la historia de las misiones a la luna que se han llevado a cabo hasta el momento: Volver a la Luna.
«Pero además de sus ojos de águila, la sonda LRO cuenta con otros cuatro instrumentos especialmente preparados para detectar la posible presencia de agua congelada en los oscuros cráteres polares. Son sensores y radares de altísima sensibilidad que resolverán la crucial cuestión. Es que más allá de las posibles evidencias de Clementine y el Lunar Prospector durante los años ’90, el tema no está cerrado. De hecho, un estudio de radar realizado el año pasado, desde la Tierra, no detectó nada que sugiriera la presencia de agua congelada en los cráteres polares de la Luna. “Saber si hay o no agua (hielo) en la Luna es la pregunta del millón”, dice Jennifer Heldman, de la NASA.
¿Por qué? Hay razones científicas y prácticas. Por un lado, se confirmaría la idea de que, durante la “infancia” del Sistema Solar, hace más de cuatro mil millones de años, muchos cometas –que están hechos de agua congelada, en buena medida– habrían impactado contra la Luna. Y que parte de ese hielo aún estaría escondido, y a salvo de la luz y el calor solar, en los oscuros fondos de los cráteres polares lunares.
Pero quizás lo más importante del asunto es su lado práctico: el agua es fundamental para cualquier eventual asentamiento humano en la Luna. Los astronautas necesitarán agua. Incluso, hasta para descomponerla en oxígeno e hidrógeno y usar esos elementos como combustible de naves y cohetes. Si el agua (congelada) está allí, todo sería más fácil. Incluso, de confirmarse su existencia y localización, esos depósitos helados hasta podrían determinar cuáles serían los sitios elegidos para los futuros alunizajes tripulados.»