Juan Pedro Quiñonero perfila la figura de Louis Massignon, orientalista francés de la primera mitad del siglo XX que destacó en su intento de acercar las tres grandes religiones: Massignon, un sabio, un justo.
«El núcleo central de la obra de Massignon son los textos de exégesis filológica de la cultura, la religión y la mística musulmanas. Pero su erudición e intereses cubren un abanico mucho más vasto de trabajos. La guerra revolucionaria; el pacifismo; el diálogo entre cristianos, judíos y musulmanes; las lenguas semíticas; la filosofía cristiana y la filosofía musulmana; los grandes personajes míticos de la Biblia, los Evangelios y el Corán; las negociaciones diplomáticas que culminaroN con la fundación de los Estados árabes modernos; el nacimiento de Israel; el futuro de Palestina; la lucha contra la pobreza; la solidaridad más radical con los desheredados de todas las culturas; las víctimas de todas las pobrezas…
Massignon también fue un santo, en el sentido más heroico y mesiánico: ayunaba y se recluía consigo mismo, en oración, esperando que judíos, musulmanes y cristianos terminasen por comprender que “estaban condenados” a entenderse, dialogar, para habitar en una misma tierra, Oriente Medio, el Mediterráneo…»