Juan Freire se pregunta por qué los centros educativos tienen tanta facilidad para homogeneizar y estandarizar a los estudiantes, a los que trata de meter dentro de un cubo perfecto y sin aristas. La escuela como máquina de estandarizar o como cultivadora de diversidad.
«¿Ciencias o letras?, ¿hemisferio izquierdo o hemisferio derecho?, no son esos los problemas. Más bien la cuestión está en que el sistema educativo solo ejercita, potencia y valora un conjunto limitado de competencias y habilidades de las múltiples que podríamos asociar a los componentes analíticos y creativos de nuestra personalidad. Quizás el problema sea aún más grave en las competencias más relacionadas con la creatividad que son sistemáticamente ignoradas, en el mejor de los casos, o destruidas, en el peor, por la escuela.
El problema es que convivimos un sistema educativo uniformizador, que selecciona negativamente a los estudiantes para que al final todos desarrollen unas mismas competencias de una forma estandarizada. En el entorno español además, y para agravar el problema, todo lo que tenga alguna relación con la creatividad o la innovación es relegado. Pero, frente a esa triste realidad institucional, las personas son diversas, las sociedades son diversas, las formas de entender el mundo son diversas y la educación, por tanto, debería cultivar esa diversidad. »