Todo indica que empalidecemos irremediablemente. Quizás tanto que dentro de poco seremos invisibles apoyados en una pared encalada. Al menos eso viene a decirnos
Michel Houellebecq en
Aproximaciones al desarraigo: “Al negar cualquier noción de eternidad, al definirse a sí misma como proceso de renovación permanente, la publicidad intenta hacer que el sujeto se volatilice, se transforme en fantasma obediente del devenir. Y se supone que esta participación epidérmica, superficial, en la vida del mundo, tiene que ocupar el lugar del deseo de ser.”