Por si acaso alguien tiende a pensar en un opositor iraní beatífico y modélico, no está mal la reseña de su vida política hecha por Íñigo Sáenz de Ugarte, El pasado de Musavi. Desde luego, siguiendo sólo los medios tradicionales, nada de todo ese turbio pasado se sospecha.
«El actual candidato de la oposición era entonces un duro entre los duros. ¿Llegó a estar implicado en los atentados contra los marines norteamericanos en Líbano? Hay quien piensa que sí.
No es el único político iraní que ha hecho un largo y, en cierto modo, contradictorio, camino desde el derrocamiento del sha. Muchos de los líderes estudiantiles que llevaron a cabo el asalto a la embajada son hoy conocidos representantes del sector reformista y tuvieron cargos públicos relevantes en la presidencia de Jatamí.
El pasado de Musavi es tan siniestro como lo fue esa época de la historia de Irán. El país afrontó dos guerras que en su origen casi se solaparon. Por un lado, la guerra con Irak, iniciada por Sadam Hussein para aprovecharse del caos de los primeros años de la revolución de Jomeini para quedarse con los yacimientos petrolíferos del sur de Irán (un intento que repitió años después con Kuwait). En el plano interno, Irán vivió sus ‘años del plomo’ con la insurrección de los Muyahidin Halq, un grupo que combinaba ideas islamistas con izquierdistas, y la represión posterior.»