Yo también leí
Soldados de Salamina. Me atrapó y, salvo su parte central, que no mantiene el nivel del resto del libro, lo devoré con ansia. Memorable, por encima de cualquier otra cosa, el personaje del soldado de mil batallas que vive su retiro en un camping catalán.
Ignacio Ramonet, que también fue cazado por esta prosa, se pregunta por qué el título y nos responde en un artículo literario-histórico-político:
Salamina: “Sentado en un trono de oro en lo alto de un acantilado cerca del Pireo, el tiránico emperador persa, Jerjes, asistió a la batalla de Salamina con el vehemente deseo de someter a los griegos, de arrebatarles sus libertades, sus tradiciones de discusión y de debate, su individualismo y su racionalidad. Y asistió a la mayor derrota de los suyos.” Cambien ustedes los nombres, si lo desean.