Dos artículos opuestos debaten sobre la eterna dualidad entre ciencias y letras. En el bando de los científicos está Marcelino Cereijido. Por los de letras está Jorge Salvetti. Humanistas versus científicos.
«Pero ahora imaginemos que nos transportan a la Europa de mediados del siglo XIV, en momentos en que millones de personas perecen por una de las epidemias más terribles que registra la historia: la Peste Negra. ¡Qué no daría esa gente por saber qué los está matando! Hoy sabemos que se debió a la Pasteurella pestis, pero ellos no podrían haber culpado a los microorganismos, pues faltaban quinientos años para que se los descubriera. Las bacterias eran invisibles para el hombre medieval y se veían obligados a interpretar esa realidad de alguna otra manera. Algunos entendían que Dios los estaba castigando por sus pecados y, para que los perdonaran, deambulaban descalzos dándose de latigazos; otros sospechaban que Dios estaba enfadado por los pecados cometidos por otros miembros de la sociedad, y se lanzaban a orgías de represalias; otros atribuían la ira divina a que su ciudad albergaba judíos “como los que habían matado a Cristo” y para aplacarlo incendiaban ghetos y cometían genocidios espantosos; otros aterrorizados culpaban de la peste a la posición de planetas, fases de la Luna, eclipses y pasos de cometas. En cambio, si hoy los médicos mandaran a azotar a los tuberculosos, torturaran a nuestra abuela con Alzheimer para quitarle el Demonio del cuerpo, o asesinaran judíos para que Dios acabe con la amebiasis, los tomaríamos por locos.»