Bosco Palacios toma el ejemplo de Susan Boyle para analizar el mercado de marionetas humanas que son los reality shows de todo pelaje, desde el clásico Gran Hermano hasta cualquier concurso de talentos de los muchos que hay en las televisiones. Loca academia de artistas.
«Antes asignábamos la etiqueta de juguetes rotos a esos personajes a los que la tele lanzaba al estrellato durante unos meses y, paulatinamente, les iba dejando de lado, sin hueco para continuar su andadura mediática a alto nivel. Algunos nacieron desde el cielo de Crónicas Marcianas: Tamara, Maria José Galera, La bruja Lola… y al tiempo cayeron al oscurantismo más absoluto, sin los comentarios de Boris Izaguirre y sin culebrones en torno a su figura.
Otros triunfitos, nacidos del Got Talent español, también sufrieron lo suyo cuando el programa tuvo que escoger entre los que lanzar carrera. Por ejemplo, Naim Tomas (OT 1) fue uno de los primeros en cargar contra La Academia de Artistas (Gestmusic) que gestionaba sus contratos. Por su parte, la ganadora Rosa López pasó sus depresiones psíquicas y anímicas hasta que fue rescatada por Mira Quién Baila. »