Antonio Martínez Ron desvela uno de los grandes misterios de la humanidad que lleva años atenazándonos: Por qué miramos al techo en los ascensores. La respuesta es casi obvia: porque somos tan monos como los monos.
«Aunque los ascensores son una invención bastante reciente, la convivencia de personas en espacios reducidos ha ocurrido durante millones de años en la historia de la humanidad, y casi siempre con un final violento. La necesidad de evitar el enfrentamiento directo ha dejado una huella que permanece en algún lugar muy profundo de nuestro ser.
En las pruebas realizadas en el laboratorio, Maestripieri ha podido comprobar que los monos Rhesus reaccionan de una manera parecida. Cuando dos macacos son introducidos en una misma jaula pequeña, también tratan de hacer todo lo posible para evitar el enfrentamiento. De esta forma, los dos monos se mueven con cautela, evitan el contacto visual y las reacciones que asusten al otro.»