Giovanni Rodríguez habla de los escritores que son perseguidos por el contenido de sus obras, a veces por el estado y el gobierno señalado, a veces por organizaciones religiosas o simplemente por delincuentes armados. El estúpido índice acusador.
«Son muy conocidos los casos, entre muchos otros en Cuba, de Reinaldo Arenas y de Heberto Padilla, ambos víctimas de la represión política por considerarlos subversivos; es muy conocido también el caso de Salman Rushdie, sobre quien, a raíz de la publicación de su novela Los versos satánicos, un líder musulmán emitió una fawta, una sentencia de muerte que hasta la fecha no ha sido revocada y que lo obligó en los primeros años a vivir oculto en las casas de sus amigos. Más recientes son los casos de Roberto Saviano en Italia y de Nedim Gürsel en Turquía, el primero por retratar en su libro Gomorra el teje y maneje de la mafia napolitana y que se la pasa en permanente huida pues la mafia también se la tiene jurada; y el segundo por la publicación de su novela Las hijas de Alá, considerada blasfema, que lo llevará pronto a un juicio absurdo. »