En una semana partícularmente dolorosa para él, por el fallecimiento de varios amigos, Vicente Verdú se para un momento a reflexionar sobre la muerte, como tantos, concluyendo en el pensamiento sobre la propia muerte. ¿La muerte banal?
« Veo, como mis hijos y sus amigos, contemplan la muerte, tan lejana tan ajena, y es fácil recordar esa sensación del tiempo en que sólo fallecían, y merecidamente, los viejos. Pero ahora, ni viejos ni menos viejos, ni unos ni otros, sea a causa del tabaco, el alcohol o el cáncer, son amigos que merezcan morir y, sin embargo, haciendo cuentas son parte de la generación a la que históricamente le toca el turno. Como la consecuencia de una acción de limpieza social, tan automática como proyectada industrialmente, el estrato de gentes por encima de los sesenta van siendo eliminadas como excrecencias. Primero llega la jubilación incluso anticipada y poco después comienzan a registrarse los hechos de muerte no simbólica, como la anterior, sino efectiva, tal como si el retiro precedente hubiera sido en verdad un ensayo general para el entierro.»