Vicente Romero llama la atención sobre la incongruencia que supone publicar artículos denunciando la trata de blancas y hacer dinero, en la página contigua del mismo periódico, con los anuncios de prostitución: ‘El País’, la prostitución y la desvergüenza.
«Lo que importa es que con el mismo argumento podrían insertarse anuncios de otras organizaciones dedicadas al tráfico de inmigrantes sin papeles, o de blanqueo de dinero negro… ¿Se imaginan ustedes? ‘Trabajadores clandestinos se ofrecen por debajo del salario mínimo. Hacen de todo sin limitación de horarios y duermen en un sótano’. ‘Invertimos sus sobornos en un paraíso fiscal. Rentabilidad segura. Experiencia acreditada’…
El País y otros diarios de prestigio tendrán que decidir si dan cabida a ésos posibles nuevos desarrollos del ‘negocio editorial’, aplicando el mismo sentido ético que emplean para aceptar publicidad de prostitución como esta: ‘Aluche, brasileñas jovencitas’, ‘Alba 18 años, especial griego y beso negro, francés tragando’, ‘Chicas de Hong Kong, nuevas’, ‘Jovencitas, sumisas, obedientes’, ‘Negritas espectaculares’…»