María Antonieta Gómez Goyeneche compara las obras de Cortázar y Escher y encuentra un punto de unión: la metamorfosis a la que someten la ficción con la que trabajan: Cortázar y Escher ante el recurso literario y gráfico de la metamorfosis de identidades.
«Ambos creadores se inscriben de manera coetánea durante el siglo XX en una larga tradición en torno a este peculiar procedimiento de las fabulaciones metamórficas, como la mitología, un recurso estratégico en las concepciones etiológicas o explicativas sobre el advenimiento de seres y cosas en la creación, presente también en la antigua literatura, donde se registran narraciones y poemas grecorromanos bajo este tema desde el siglo III a.C. (Nicandro de Colofón, Beo, Eratóstenes, Partenio de Nicea, Antígono de Caristo el joven, Emilio Macro, Didimarco, Ovidio, Apuleyo), así como en otra serie de creaciones en el mundo de las manifestaciones estéticas, a lo largo de las distintas épocas de la historia de la literatura, del teatro, de la pintura; en ciertas expresiones de la arquitectura pintada, por ejemplo, a lo romano, grutesca (hallada en grutas) y plateresca (primera mitad del siglo XVI en estructuras góticas y ya renacentistas); en la música y en manifestaciones cinematográficas.»