Un artículo en Diarios de fútbol me ha llevado a un texto precioso de hace siete años escrito por Carlos Manuel Sánchez donde cuenta cómo fue el regreso al fútbol de Kiko después de dos años parado por una operación que pudo costarle el poder volver a andar bien. Kiko, cojo, ¡muérete!.
«Con el trasiego de escayolas, sus tobillos habían perdido algo inaprensible. Llámese duende. O polvillo de hadas. De la antigua magia sólo quedó aquel Merlín huérfano de tinta verde. Otro amigo, Juanito, también ex compañero del Atleti, reconvertido en presidente de un modesto club de segunda, el Extremadura, lo vio por televisión, contando lo a gusto que se está fuera de un terreno de juego. Sin presiones. E intuyó que la procesión iba por dentro, que ya estaba bien de poner buena cara a tanta humillación y que un grande del fútbol no se puede rendir así como así. Y le pegó un telefonazo. “Kiko, vente para Almendralejo”. Y Juanito no se lo podía creer cuando, después de un instante de silencio, apenas unas décimas de segundo, escuchó en el móvil: “Voy”.»