Carlos Taibo pone en evidencia algunas de las incongruencias de la justicia internacional, donde habitualmente pagan pequeños jerifaltes que hacen el trabajo sucio de mandamases de mucho mayor peso: Crímenes impunes.
«Tal es el caso de Estados Unidos, de Rusia, de China y de Israel. En un escenario tan lamentable, a pocos sorprenden las quejas constantes. Algunas de ellas han cobrado cuerpo al amparo del encausamiento, por el tribunal penal internacional, del presidente sudanés Al Bashir. Esto es una ilustración de cómo los dirigentes de las grandes potencias quedan siempre al margen de cualquier investigación mientras no sucede lo mismo con los de países empobrecidos que a menudo han acabado por abrazar movimientos hostiles a los intereses occidentales.»