Lo último es un reality en el que familias españolas tienen que convivir en una tribu africana, y el que mejor se adapte gana el premio. Patético. Javier Pérez de Albéniz pone en su sitio este nuevo despropósito televisivo: El mal salvaje.
«“Decid ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre aquestos indios”, se preguntaba Fray Bartolomé de las Casas. Y tenía mucha razón el cronista de la destrucción de las Indias, pionero en la defensa de los derechos humanos. Me temo que nada bueno puede salir de un espacio como éste, y menos para los indígenas, que en el primer programa son presentados como seres atrasados, sucios, machistas, violentos… “¿Serán capaces los concursantes de volver a sus orígenes? ¿Podrán comer lo que las tribus comen, vestir como ellos visten o matar animales de la misma forma que sus anfitriones?”, se preguntan en el programa.»