Agentes literarios, ¿son hoy en día el interlocutor obligado entre el autor y el editor?, ¿son buenos para la literatura o tallent killers? Darabuc reflexiona sobre el panorama editorial de aquí, aunque parte del de los EE. UU. tras leer una nota de Mary W. Walters, The Tallent Killers, en Literatura, calidad, negocio y agentes literarios: toda una discusión ; buen día para intervenir, hoy, 23 de abril, día del libro o de Sant Jordi.
«La edición en Estados Unidos es otro mundo. Abundan los editores, desde luego, que ni siquiera quieren trato directo alguno con el autor. ¿Vamos hacia ahí? De lo que no cabe duda es de que después del éxito de AA explicado a los niños, cien editoriales publicaron hasta la Z y los números explicados a los niños. Pero no es nada raro: los estantes de la cadena de supermercados más extendida en España están llenos del producto caro y, justo al lado, de la marca blanca copiada. Y a una mayoría le satisface la marca blanca, ¿no?
Quizá sea extraño que alguien que (como yo) literariamente se define sobre todo como poeta pueda afirmar que la literatura es comparable a los yogures. Valga en mi descargo que me gusta mucho el yogur (y que ya Ausiàs March cantaba aquello de «a un bon iogurt vos acompararé»).
Yo no tengo apenas experiencia en agentes literarios; para empezar, porque aquí pintan menos que en EE. UU., porque la LIJ no es un género que todos acepten y porque yo apenas escribo novelas, que son el 95% del pastel literario, que a su vez será solo el 30% del pastel de los libros. (Pongo porcentajes, pero no hay un estudio científico detrás.) La única novela que envié a uno de ellos aceptaron estudiarla, pero la rechazaron. Mis dos mejores amigos-lectores, por el contrario, me dicen que vale la pena.
Las preguntas son muchas, diversas y no todas justas: ¿Quién sabe más? ¿La edito yo mismo? ¿La subo a Bubok o Lulú o similares? ¿La venderé? En realidad, ¿quiero venderla? ¿Para qué escribo? ¿Para vivir de lo que vendo? ¿O para escribir? ¿Qué quiero defender: mi libertad de autor o mi fuente de ingresos? Necesito comprar tiempo para escribir, desde luego, pero ¿se vale querer aprovechar la máquina comercial y dictar a un tiempo yo las condiciones? ¿Por qué no creo mi propia máquina y todo para mí?
Del enlace original, que es demasiado largo y sobre todo parcial, lo que más vale la pena son los comentarios (aún más largos, por desgracia). Hay un agente, Nathan Bransford, que se me antoja bastante sensato. También comentarios como estos:
The truth is, only a small percentage of the reading population is capable of enjoying and purchasing literary fiction to the degree that will support a large publishing company. It’s not the agents, it’s not even the publishers. It’s the readers. I personally am incapable of enjoying opera. Yes, it’s beautiful and complicated and requires great range. That’s all well and good – but it doesn’t make me feel the way I’m willing to pay to feel.
La figura del autor llorón e incomprendido me pone malo, para ser sincero, porque parte de situar al escritor por encima del común de los mortales. Por fortuna, no es lo que más abunda en la literatura infantil y juvenil; pero en este mercado sí abundan las copias, hasta la náusea, y producidas lo antes posible, antes de que se agote el boom. Ahora hay incluso «analistas de tendencias», por ejemplo: gente que sabe lo que se está pidiendo y puede intuir cambios de rumbo. ¿Qué tiene de malo? Alguien quiere ofrecer lo que otro espera comprar. ¿Acaso tendrían que comprarme a mí, y no a ese (zafio, cutre, barato, imitador, sanguijuela, aprovechado, vacuo, efímero)? No creo en toda esa ristra del paréntesis ni en esa comparación grotesca. Si a mí me molesta que la gente se meta con mi cesta de la compra, ¿por qué iba entonces a creer que mi cesta vale y la de los otros, no?»
2009-04-24 00:30
Los que escriben porque es una condición de vida, no necesariamente tienen mucho que ver con los circuitos de distribución.
Además, la internet está colaborando con la posibilidad de “ser leído”.
Hasta el más malo es leìdo si le pone empeño.
Hablar de literatura y vincularla tan directamente con las editoriales me parace parcial.
En verdad que se puede escribir por simplemente dar lugar a la propia creatividad, que quiere salir hacia afuera, sin necesidad de que calce todo eso con el gusto de los demás.
Si gusta mejor (mucho mejor), pero si no gusta, igual existen parámetros de medición que no son los estadísticos (muy leido, gusta mucho, tiene muchos fans, etc).
Pueden haber medidas como “expresa nuevas maneras de reunir palabras”, “experimenta mucho”, “logra nuevas maneras de significar”, “anula el significado y da preponderancia a la cadencia de lectura”, “destruye los ilativos”, “estructura sentidos en base a solamente preposiciones”, en fin, hay tantas cosas que buscar, que puede parecer algo chato estarse preocupando tanto, siempre y tan preponderantemente del gusto y necesidad de “los otros tantos y cuantos más mejor, y tal asunto es el medular”