Me ha hecho gracia esta entrada de Enrique Dans en la que cuenta la anécdota de una mujer a la que le robaron el bolso y cuyos ladrones fueron cazados ya que el móvil de ella contaba con un localizador, cual película de espías. Robar bolsos ya no es lo que era.
«Estoy intentando imaginar la cara que se le habrá quedado a un par de ladrones de bolsos cuando de repente, bastantes minutos después de haber robado uno y estando ya en otro punto diferente de la ciudad, aparece la policía y, sin más preguntas, los detiene: la persona a la que habían robado ese bolso recordó de repente que tenía instalado Google Latitude en su teléfono, llamó a uno de los contactos a los que había autorizado a conocer su posición, su hermana, y le pidió que llamase a la policía y les indicase dónde exactamente se encontraba el bolso. A pesar de que el ladrón había huído del lugar del robo en un coche conducido por un cómplice, la policía simplemente tuvo que acudir a las coordenadas indicadas, y detener a los ladrones todavía con la prueba incriminatoria en sus manos.»