Cuadernos de quejas es la reseña-glosa que Mariano Fernández Enguita hace del creciente número de crónicas de maestros y profesores haciéndose eco del malestar ante el estado de la Enseñanza. Muy recomendable.
«Algunas de estas obras no vacilan a la hora de las consecuencias. Si la ESO nos disgusta, acabemos con ella. No hablan de transformar en tal o cual sentido la enseñanza obligatoria y común, sino de dividir a los alumnos a los doce años entre los que irán la universidad, guiados por sus ilustrados profesores, y los que deben empezar ya a aprender un oficio para ir a trabajar. Tortosa, como Moreno y Orrico, aboga abiertamente por ello, y Penalva lo hace de forma implícita. Este modo de pensar dicotómico (o lo de antes o lo de ahora, o bachillerato o ESO, o igualitarismo a la baja o selección darwiniana, o alumnos incondicionales o que se vayan al taller) tiene que ver con otra característica común: la combinación del menosprecio por la pedagogía (y, de paso, la psicología, sociología, economía…) con el diálogo con los grandes pensadores, con el recurso directo a Sócrates o Rousseau, Platón o Kant. Pero lo que ha hecho avanzar a la humanidad, al menos en la modernidad, no ha sido la gran talla de unos pocos sino el empeño de muchos en una empresa científica sistemática. Nuestros autores combinan felizmente los grandes sistemas filosóficos (en sus particulares versiones como, por ejemplo, la muy forzada del diálogo del Menón para defender el aprendizaje como recuerdo, memorístico, obviando su inmanentismo, que conduce a la pedagogía esencialista de la que tanto se abomina) con toda clase de afirmaciones de andar por casa y sin fundamento. Podría alinearme con la crítica hacia numerosas ingenuidades de la pedagogía, pero su rechazo tout court es otra cosa: es el rechazo de las teorías de alcance medio, situadas entre las afirmaciones gratuitas y las grandes teorías, o entre las máximas de fácil aplicación pero sin fundamento y los excursos filosóficos sin aplicación ninguna; y, de otro, una manera oblicua de decir que no hay nada en la estructura del sistema, la organización de los centros y la de los docentes sobre lo que reflexionar.»