No creo que en España ningún estudiante de Filología imagine su futuro como perito en un juicio, comprobando si el modo lingüístico del acusado es cubano, antillano o del Perú. Pero todo llegará, porque
Luis Silva-Villar ve decenas de aplicaciones para los sabios de la lengua en los tribunales norteamericanos:
Lingüistas en el estrado: “De especial interés en nuestro país es la identificación de individuos a partir de su origen geográfico, étnico o social. Se podrían añadir asimismo los casos en que se testifica si una determinada declaración salió de las características lingüísticas de un hablante nacido en Estados Unidos, o en el extranjero, o la confirmación profesional de posibles múltiples interpretaciones, a lo que habría que añadir el impacto de la neutralidad de la interpretación lingüística en el jurado; esto es, si la interpretación fue tendenciosa.”