Pere Ríos escribe sobre los abogados de los acusados que nadie quiere defender, como sucede a violadores, terroristas o, ahora, al presunto asesino de Marta del Castillo. Cuando los abogados del mal hacen el bien.
«La segunda defensora que renunció a la defensa del supuesto asesino de Marta fue Presentación Rosendo, y era del turno de oficio. La jurisdicción penal es la única en la que la Ley de Asistencia Jurídica Gratuita permite la renuncia del abogado. “Para ello deberá concurrir un motivo personal y justo”, dice la norma. Como esa expresión puede generar diversas interpretaciones, la ley también añade que quien deberá decidir si existe o no ese motivo será el decano del Colegio correspondiente. “Siempre he dicho que sí cuando me lo han pedido, porque hay que defender a ultranza la confianza con el cliente”, dice Garrido. “Confianza recíproca”. Esa es la expresión en la que debe fundarse la relación del abogado con el cliente, según el código deontológico.»