Yo, en la facultad, solía aprovechar la referencia del profesor a un capítulo de un libro para leérmelo entero; era un modo de justificar mi tiempo de NO estudio. Ahora dice Néstor García Canclini que la queja es que los alumnos leen fragmentos, fotocopias, o resúmenes sacados de la red, y lejos de compartir la queja trata de buscar explicaciones, y ventajas: La lectura en tiempos del Zapping.
«Sin embargo, conviene distinguir entre alumnos que “leen textos a conciencia” –sea en papel o en pantalla– y otros que navegan por la red más pendientes del uso pragmático para las clases: “exponen el texto apoyándose en un Power Point de su propia hechura. No toman nota, copian algunas frases del texto, buscan la foto del autor, de la fachada de la escuela donde hizo sus estudios e ilustran las ideas con imágenes de ballenas en peligro de extinción. Todo se resuelve en la pura oralidad. Si falla el equipo no saben qué hacer, el método es el fin en sí mismo”. Pero el mismo profesor destacó, como ejemplo de los que leen con interés personal y consistente, al grupo de estudiantes de antropología de la UAM que produce la revista bricolage o publica en ella: en el consejo editorial seleccionan razonadamente los materiales que reciben a partir de criterios de dictaminación que ellos generaron, discuten temas académicos, traducen textos, comparten el aprendizaje de herramientas de lectura y escritura. Ya el hecho de que los estudiantes tengan, como en muchas otras universidades, la iniciativa de editar una revista en papel indica confianza en la cultura letrada. El recurso a la búsqueda electrónica va, en este “aprendizaje horizontal” entre los alumnos, junto con la lectura critica y la reflexión.»