Pablo Francescutti se hace eco de lo que pudiera llegar a ser una nueva fuente de energía: los hidratos de metano, un gas congelado que se encuentra en grandes cantidades en los fondos oceánicos: El hielo que arde: ¿la futura panacea energética?.
«Aunque al hielo que arde se le conoce desde principios del siglo XIX, no fue hasta 1982 cuando una expedición científica logró extraer una cuantiosa muestra de hidratos de gas cerca de las costas de Guatemala. La proeza supuso la señal de largada para un programa de I+D centrado en lo que se perfilaba como una nueva fuente de energía.
Japón ya ha puesto manos a la obra. Un programa de perforación nipón se llevará a cabo en aguas del Océano Pacífico, entre 2012 y 2014. Su objetivo: demostrar la viabilidad comercial de su extracción a gran escala y evaluar su impacto ambiental.
Primera cuestión clave: determinar cuánto metano aprovechable puede sacarse de esos depósitos (el gas constituye el 15% de los hidratos). Una técnica prometedora pasa por despresurizar los depositos; otra, por intercambiar con CO2 las moléculas de metano insertas en los clatratos. El gas así obtenido se podría extraer con la tecnología empleada en perforar pozos petrolíferos, señala el geólogo estadounidense Ray Boswell.»