Como medida para aumentar la cratividad y la inteligencia los colegios británicos promoverán dies minutos de meditación en las aulas; Ernesto R. Alonso se hace eco de la noticia (que no he visto en ningún otro lado) y advierte de lo inútil de la medida, y contrapone la práctica de la fantasía y el hábito como alternativas. Dice alguna otra cosa mucho menos sensata, pero merece: Dragones, hadas y espadas.
«La responsabilidad primera e inalienable correponde a las familias, que han de recuperar los hábitos antiguos de buenas lecturas y sazonados relatos.
El arte sabio de contar buenas historias está muriendo, como mueren los abuelos y el pasado, en el patíbulo frío de las múltiples pantallas que se enseñorean de las casas. Difícil empresa, se dirá, para los tiempos que corren. Pero si la familia no educa, poco o nada harán otros educadores.
La responsabilidad segunda les cabe a directivos y docentes, que no sólo han de ser profesionales preparados. En efecto: no aumentaremos la creatividad con asistencia obligatoria a talleres de creatividad, ni entrenaremos mejor la inteligencia mediante la prolija lectura de Matemática, ¿estás ahí? . No es sólo con momentos de calma y reflexión como ejercitaremos la concentración. Hace falta una educación de los hábitos: es necesaria una educación completa. De los hábitos porque, como el genio, implican larga paciencia. Educación completa porque el hombre, aunque unitario, es complejo en sus múltiples potencias. »