Pseudópodo, en La varita verde de la felicidad, comenta «uno de los episodios más vívidos que relata León Tolstoi en sus memorias».
«la vara verde sobre la que estaba escrita la fórmula de la felicidad, y que según decía Nikolenka estaba enterrada en un lugar que sólo él conocía, cerca de un torrente, en el bosque de Zakaz. ¿Era posible que esa dulce carga de recuerdos, esa inteligencia despierta y esos pensamientos cálidos estuvieran a punto de desaparecer para siempre?¿Para qué vivir si todo debía terminar en ese horrible deslizarse hacia el abismo?»