Ernesto Schoo reproduce la eclosión del Futurismo destacando las pocas plasmaciones reales que tuvo en la cultura de la época y lo mucho, sin embargo, que prefiguró nuestra actual era tecnológica.
«El discurso futurista se asentó fundamentalmente en la reiteración de algunas palabras clave, provenientes de los avances tecnológicos que desde mediados del siglo XIX transformaron para siempre la vida en el planeta: velocidad, energía, dinamismo. El futurismo fue el primer movimiento pictórico en la historia del arte que exaltó a la lámpara incandescente inventada por Edison. El tumulto urbano, prolongado en la noche gracias a la disponibilidad de una fuente perdurable de luz, el ruido y la furia de los vehículos de motor, la implacable, monótona actividad de los engranajes y las turbinas, el disfrute (y el abuso) de la velocidad sumieron a los futuristas en el éxtasis fetichista de la máquina.»