Precioso homenaje el que hace Roberto Amaba a los actores secundarios del cine clásico, esos auténticos apoyos de las estrellas sin los cuales no había manera de hacer andar un relato como dios manda. Elogio del actor secundario.
«A nivel narrativo y hasta comercial el secundario era la espita de salida a todo aquello que los protagonistas no podían hacer frente, por pura cobardía del sistema en general y de muchos de los actores en particular. No podían arriesgarse a ejecutar tal o cual acción sospechosa o arriesgada, a decir esto o aquello fuera de lo políticamente correcto. Eran auténticos esclavos de una imagen ideal defendida hasta lo enfermizo desde las productoras. No podrá extrañar, entonces, la enorme cantidad de juguetes rotos en aquella cadena de montaje industrial que empleaba personas en lugar de tornillos.»