Se ha estrenado Watchmen, la película basada en el cómic de Alan Moore, una obra maestra del género. Mi escepticismo me mantenía al margen de la desmesurada expectación que generó el estreno, y por lo que he leído hasta ahora parece que llevaba razón en descreer: ni fu ni fa. Al menos eso es lo que piensa Álvaro Pons, que desmenuza concienzudamente la película, haciendo hincapié en el paso Del papel a la pantalla.
«A mi entender, el mayor problema de la adaptación cinematográfica nace del cambio radical del mensaje básico que Moore plantea en Watchmen: el crepúsculo de los héroes que nacieron en la Golden Age. Si el británico deja claro en su obra que esos héroes ya no tienen sentido, el discurso de Snyder es radicalmente contrario, reivindicando la vuelta de los héroes. Un mensaje que deja claro en la “reaparición” de Búho Nocturno y Silk Spectre, un rescate de un incendio que en el tebeo es planteado desde una visión desprendida de espectacularidad y que en la película es mostrado como un momento épico. Para Moore es la demostración de que Peter Pan ha muerto. Para Snyder, los héroes han vuelto en todo su esplendor. Hasta en los pequeños detalles: en una película donde no se ahorran las imágenes más violentas y sexualmente explícitas, se opta porque el personaje de Silk Spectre ya no fume. Los héroes buenos de verdad no fuman, en un mensaje maniqueo e infantil, políticamente correcto, que antecede lo que vendrá después.»