Da la impresión de que, al margen de que sea un atentado contra la libertad de expresión, Michel Houellebecq debe estar encantado con su juuicio; o con la atención que suscita. Ahora está en Barcelona, presentado su libro mientras come galletitas sacadas de un molde fabricado
in situ sobre una vagina. Muy literario, ciertamente: “Rubia 1 desciende del escenario y procede a ofrecer vaginitas entre el público. Yo paso. La verdad es que no se ven muy bien. Algunos aceptan sin demasiado entusiasmo y Rubia 1 les hace la señal de la cruz en la frente. Ahí arriba, Houellebecq sigue leyendo mientras, al fin, come haciendo mucho ruido. Al final, se chupa los dedos. Y acaba. Y se va saludando y riéndose. De nosotros, supongo. O de sí mismo.”
Rodrigo Fresán,
La vida sexótica.