Adiós a la fantasía de la paz es el análisis que de los resultados de las elecciones israelíes hace Abdelbari Atuán, que destaca el hecho de que estos comicios fueran más una lucha interna del Likud más que una lucha de partidos.
«Las elecciones han sido una competición entre dos alas del partido de extrema derecha Likud, y no entre la izquierda y la derecha, o entre el bando de los halcones y las palomas como en anteriores comicios. Kadima, liderado por Tzipi Livni, ministra de Exteriores, nació en el seno de la extrema derecha y tiene sus mismas ideas. La divergencia no es una divergencia de programas, sino de personas que compiten por el liderazgo, ya que los programas coinciden en su hostilidad hacia los árabes e insisten en no hacer ninguna concesión en cuestiones esenciales como la Jerusalén ocupada, los asentamientos o los refugiados. Tal vez no exageremos al decir que la victoria del Likud, con su versión original liderada por Netanyahu, tal vez sea mejor para nosotros como árabes y para el mundo entero que la victoria de la «imagen» o de la versión «falsa» que representa el partido Kadima, un partido para el que muchos árabes, y especialmente la Autoridad Palestina en Ramalá, desean la victoria y que forme el próximo gobierno de Israel. Porque la victoria de Kadima significa que los árabes, o algunos árabes, seguirán colgados de los hilos de la fantasía.»