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Historias, caminos y antimanuales

Juan Mata reflexiona y nos hace reflexionar sobre la animación a la lectura y lo que supone ser lector (por cierto, acaba de publicar 10 Ideas clave. Animación a la lectura: Hacer de la lectura una práctica feliz, trascendente y deseable); tiene muy claro lo que no supone: no es algo que nos haga superiores ni mejores, «es una forma gratificante de vivir». Comparte muchas ideas con el poeta, crítico literario y editor mexicano Juan Domingo Argüelles: léanlo en Historias, caminos y antimanuales.

«Pueden ustedes deducir fácilmente que el escritor del que les hablo no es alguien que haya improvisado algunas opiniones sobre la lectura para aprovechar el interés colectivo por esa materia, sino un autor obstinado en ahondar en una cuestión que, precisamente por su auge social, no está exenta de banalidades, dogmas y no pocos fundamentalismos. El empeño de Juan Domingo Argüelles, que es un lector tenaz y copioso, es justamente desproveer a la lectura de aquellas adherencias que la hacen áspera y temible a fin de presentarla como una práctica libre, singular y gozada. Es decir, lo contrario de una actividad impuesta, reverencial o aristocrática. O dicho con sus palabras:

A la luz de las políticas de lectura, he escuchado tantas veces el desprecio y aun la agresión verbal, el insulto, contra los que no leen, que he terminado por no sentirme ni sentarme a gusto entre tan nobles y distinguidos lectores. Me avergüenza pensar que se me ubique en esas filas por mi disposición proselitista a favor del libro y la lectura. […] A pesar de lo grotesco de estos extremos ‘cultos’, hay quienes ni se dan cuenta ni se percatarán jamás de esta barbarie ilustrada. La invitación a la lectura no puede darse ni emocional ni racionalmente en estos términos. Ni los que leen libros están exentos del fanatismo, el fundamentalismo y la intolerancia. Pero, en este caso, mejor no ser lector. ¿De qué sirve leer libros si a pesar de los libros tenemos alma de gañán? Algún día, contritos, tendremos que explicar, y explicarnos, esta terrible contradicción. ( Antimanual…, p. 376)

Una de las cosas que más me gusta de las opiniones de Juan Domingo Argüelles es que, siendo un lector voraz, posee una sensible comprensión hacia los no lectores, a los que no ve como subalternos o deficientes sino como personas que de modo voluntario o forzadas por su formación no han incrustado la lectura en sus vidas. Y aun cuando, naturalmente, él escribe en México y pensando en su país, sus reflexiones tienen perfecta vigencia en España. O, para ser más exactos, en cualquier país donde la lectura se haya convertido en una urgencia pública y en un tedioso tópico académico.

No es fácil aunar sensatez, talento, pasión y seriedad a la hora de defender la lectura. Con demasiada frecuencia se incurre en redundancias, reproches y jergas, y a poco que uno se descuide puede verse actuando con la misma intransigencia de un evangelizador bíblico. Es justamente lo que trata de evitar Juan Domingo Argüelles y por ello me seduce y por ello recomiendo sus libros. Si defiende la lectura es porque la considera una forma gratificante de vivir no una forma exclusiva o superior de vivir. »

Ana Lorenzo | 11/02/2009 | Artículos | Cultura

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