Lean a Jesús Gómez Gutiérrez, claro, incisivo, y no pierde el tiempo en obviedades y modas. Lidsey como ejemplo es un texto breve que muestra muchas cosas sobre la globalización (del trabajo precario), la crisis y la xenofobia.
«Imagino que los trabajadores subcontratados por Total para la refinería de Lindsey (Gran Bretaña) no son sólo italianos sino además blancos o por lo menos mayoritariamente blancos; porque si fueran negros o por lo menos mayoritariamente negros, los medios que hablan de huelga xenófoba para definir las protestas de trabajadores ingleses, resumirían el asunto como huelga racista. También imagino que nuestros colegas mediterráneos son ateos, agnósticos o por lo menos mayoritariamente ateos o agnósticos; porque si fueran creyentes o mayoritariamente creyentes, la definición huelga xenófoba habría adquirido adjetivaciones como cristianofóbica, judeofóbica o animistafóbica que terminarían en engendros de imposible cumplimiento mediático como huelga xenoislamofóbica. Pero ésa es la parte absurda del asunto: el lenguaje de la moralina que se ha instalado en un sector de la sociedad y el lenguaje del amarillismo periodístico de toda la vida.»