José Ángel Berrueco describe algo tan sencillo como un día en el teatro, una situación que le lleva a recordar fragmentos de su propia vida y de su familia, relacionados con ese sitio tan oscuro y tan antiguo. En el teatro.
«Al comenzar la obra recordé un momento de hace muchos años. Una anécdota que ocurrió en Zamora. Mi abuelo materno, que empezaba a mostrar evidentes síntomas de esa sordera propia de la vejez, fue al cine a ver “Amadeus”. Adoraba la música y un biopic de Mozart le parecía algo muy atractivo. A mí también. Me senté con ellos y, cada poco, mi abuelo le preguntaba a mi abuela por los diálogos: “¿Qué ha dicho?”, y entonces mi abuela, paciente y solícita, le recitaba un resumen de las frases de los personajes. “Ha dicho que…” Y así escuché los diálogos dos veces. Recitados por Salieri y por mi abuela. O la primera vez que presenté un libro. Ellos asistieron al acto. Cuando terminó, fui a saludarlos y a besarlos. Ambos estaban llorando por la emoción (pese a que, probablemente, hice el ridículo durante el evento). Y mi abuelo me dijo: “Ha estado muy bien, José Angel. Aunque no he entendido nada porque no os oía desde aquí atrás”. »