Hace cien años se lanzó el Manifiesto Futurista, un revolcón en toda regla a los fundamentos del arte que, mal que bien, cambió sus cimientos e instauró una nueva era. Ernesto Pérez repasa las distintas celebraciones que se preparan en Europa con motivo del centenario: Comienza el año del Futurismo
«Giacomo Balla, Umberto Boccioni, Carlo Carr&, Gino Severini, Fortunato Depero son algunos de los nombres señeros del futurismo, todos sometidos a la férrea férula de Marinetti, que decreta sin piedad la pertenencia o no al movimiento. Todo se vuelve futurista en los años que preceden la primera guerra mundial, vista como la ocasión ideal para acabar con un modo antiguo de concebir el arte: de 1910 a 1914 adhieren al movimiento pintores, escultores, músicos, arquitectos, fotógrafos y escritores.
Como un reguero de pólvora, el movimiento se difunde en toda Europa llegando a revolución acabada hasta la misma Unión Soviética, donde Stalin lo ahogará sucesivamente, en nombre del realismo socialista.
Marinetti está en el origen de esta sucesión de manifiestos y su violencia verbal será imitada por sus discípulos. No todos los artistas plásticos de los albores del siglo XX adhieren al movimiento; los pintores del “Blaue Ritter” (Jinete azul) alemán, que tienden al expresionismo abstracto, se burlan de la verborragia italiana y de su pretensión de abarcar todas las formas del arte y el artesano. Kandinsky habló de “un desorden capaz de desarrollarse solo en la cabeza de los italianos” y de “un juego peligroso con las ideas más importantes que circulan hoy en día por el mundo del arte”.»