El delantero del Sevilla Kanouté celebró un gol en la copa del Rey mostrando una camiseta con el nombre de Palestina escrito en ella. Este gesto —que le ha acarreado una sanción económica— lleva a Alejandro Ciriza a repasar otros casos de posicionamiento político entre deportistas. Gaza salpica los estadios.
«Como fenómenos de masas, la política y el deporte han mantenido un nexo encubierto, más allá de las gradas, que registra casos especialmente singulares. Deportistas de élite que toman partido. La estampa de Di Canio con el brazo alzado en el Olímpico de Roma es uno de los exponentes más claros en los últimos tiempos. Al margen del saludo fascista, el jugador exhibe con orgullo un tatuaje en el que hace referencia al Dux (Duce, caudillo italiano). “Soy fascista, no un racista”, declaró. “El saludo era para mi gente. Con el brazo en alto no quiero incitar a la violencia y mucho menos al odio racial”. Antes de ser futbolista, en plena adolescencia, era él quien ocupaba un hueco entre la facción más dura de los ultras del Lazio, adheridos a la extrema derecha. Quizá por eso, el partido ultraderechista Alianza Nacional propuso una colecta entre los aficionados para pagar la sanción que le impuso la federación italiana (un partido y 10.000 euros de multa).»
2009-01-13 11:21
El otro día El País realizaba una encuesta sobre si los deportistas deberían opinar sobre política. La cuestión debería ser si le importa a alguien lo que opine un deportista sobre política.