Han pasado ya setenta años de la muerte de Segar, el creador de Popeye. Así que los derechos de autor del marinero con pipa y bíceps enormes han expirado en Europa y pueden ser explotados por quién quiera. Lo cuenta Guillaume Fourmont. ¡Popeye ya es nuestro!.
«A lo largo de los años, la industria Popeye se desarrolló más rápido que el propio cómic. Libros, juguetes, videojuegos y, por supuesto, las latas de espinacas… Popeye se convirtió en una marca. Hasta existen restaurantes de comida rápida con su nombre. El personaje genera cada año unos 1.500 millones de euros de beneficios al año. Con una imagen libre de derechos, vale la pena lanzarse en el mercado de camisetas Popeye. Pero los dueños estadounidenses del marino no lo ven así.
La marca Popeye pertenece a la King Features Syndicate, que ya dejó claro que luchará para defender cada uno de sus dólares. “Los dibujos de Segar son libres de derechos, así que todo el mundo puede dibujar a Popeye en camisetas, carteles o postales. Pero si usted vende un muñeco Popeye o una lata de espinacas de marca Popeye, podría infringir el mercado”, explicó al diario británico Times Mark Owen, jurista especialista en propiedad intelectual.»