La antiprotohistorieta es un acercamiento de Álvaro Pons a la obra de Max Ernst Tres novelas gráficas, en la que él ve al tiempo el gérmen de la historieta europea y su glosa, un pulso entre la narración del cómic y el surrealismo y dadaísmo de la Europa de entreguerras.
«El impacto visual de cada una de las imágenes busca evitar la respuesta ortodoxa, para entrar precisamente en una provocación de mecanismos inconscientes de respuesta, en continua yuxtaposición de contrarios e imposibles. Una obra de infinitas lecturas y sugerencias, que permite entrar directamente en el debate de qué es la historieta. Un debate seguramente estéril, porque si bien existe la tentación de calificar esta narración gráfica como una protohistorieta, basta escarbar un poco en su génesis para comprobar que la tentación de etiquetar esta obra como antecedente de la historieta más que errónea, es una típica conclusión del sentimiento de inferioridad del noveno arte, porque lo que ocurre, como bien indica Juan Antonio Ramírez en el excelente epílogo, es una influencia contraria, desde la historieta hacia el arte gráfico.»