Aunque Europeana ha cerrado, nada más abrir, hasta mediados de diciembre porque la avalancha de visitas recibida ha superado su servidor —mantiene un sitio en inglés en el que informa sobre esto y otras cosillas —, a José Antonio Milllán le ha dado tiempo a percatarse de algunas contradicciones a las que deberíamos prestar atención: en Europeana: queremos que el esfuerzo valga la pena.
«Los términos del servicio ofrecen una muy pobre muestra de lo que debe ser una información a los usuarios, y un retrato de las carencias de un servicio que no supone un auténtica unificación de recursos. Por una parte se afirma que para las cuestiones de derechos hay que referirse a los sitios web de cada una de las (sí, noventa) instituciones colaboradoras. Por otro lado, ¿como interpretar esto?:
Sólo se permite el acceso a la navegación por la página web para uso personal. Los usuarios pueden imprimir o hacer copias de las páginas o de los objetos únicamente para uso propio. Los usuarios pueden también guardar en dispositivo electrónico las páginas web o los objetos para uso propio. No se permite la difusión electrónica o el envío por correo electrónico de artículos de páginas web o objetos, sin la autorización previa de la EDL Foundation, de los propietarios de los derechos del material y/o de los miembros proveedores de contenido afectados.
No se permite bajo ninguna circunstancia el uso del material con fines comerciales. Para tal fin, se requiere un permiso de la EDL Foundation, de los propietarios de los derechos del material y/o de los miembros proveedores de contenido afectados.
El uso inapropiado, incluyendo la descarga sistemática de contenido sin autorización escrita, tendrá como resultado el bloqueo del acceso al sitio web.
Sin embargo, en las FAQ del proyecto se habla del “contexto educativo de Europeana”. A pesar de ello, la difusión de obras en colectivos de enseñanza está prohibida en estos téminos de uso estrictamente personal.
Me da la impresión de que las instituciones europeas se debaten entre la evidente necesidad de no quedarse atrás en la divulgación a través de la digitalización y unas concepciones rígidas acerca de la propiedad intelectual. Esto da lugar a contradicciones como las señaladas.
Por cierto, dos curiosos elementos más extraídos de las FAQ:
La tarea final del proyecto es recomendar un modelo de negocio que asegure la sostenibilidad del sitio web.
Planeamos que la Europeana en pleno servicio [la actual es una beta] tendrá sistemas de autenticación [para vertar el acceso desde ciertos países a materiales que no se puedan ver por motivos de copyright] y posiblemente incluso pago por usar enlaces en su interior.
Bienvenidos los proyectos digitales de difusión de la cultura. Pero leamos un momento en El País:
La UE financiará un 80% de los dos millones de euros anuales que costará el proyecto. El resto será costeado por los estados miembros.
En el punto de arranque, el entonces director de la Bibliothèque Nationale de France Jean-Noël Jeannene y veía en la biblioteca digital europea “una protección contra los efectos perversos de una búsqueda de beneficio disimulada tras la apariencia del desinterés [o sea, Google]”. A cambio, tendremos una biblioteca digital costeada por los impuestos de nosotros, los europeos, y a la búsqueda también de un modelo de negocio…
Confiamos en que el esfuerzo valga la pena.»
2008-11-24 13:24
Esto … ¿alguien se acuerda de Quaero, la alternativa europea a Google?
Pues lo mismo, más fondos públicos desperdiciados en proyectos inviables. ¿Porqué no donan fondos o participan en proyectos que si funcionan? Por ejemplo Wikipedia o el Proyecto Gutenberg.