Una de mis muchas lecturas pendientes es Gonzalo Hidalgo Bayal, a quien sí sigo con interés en su bitácora quizás esta Entrevista a Gonzalo Hidalgo Bayal anime a alguien a lanzarse a alguno de sus libros.
«Siempre me ha producido cierto rechazo la falta de pudor (aunque también creo que a veces la exhibición de lo íntimo y el exceso de impudicia son una máscara, o sea, otra forma de pudor). En la escasa poesía que he publicado (Certidumbre de invierno, 1986), nunca utilicé la palabra “yo”: quería escribir un libro triste, pero sentimentalmente objetivo, de forma que fuera de los elementos la lluvia, el frío, el atardecer, las calles desiertas de donde proviniera la tristeza, no del sujeto. Me incliné por narradores en primera persona en Mísera fue, señora, la osadía (1988) y en El cerco oblicuo (1993), ambos, personajes desdichados, ambos sentimentales, pero escondiendo el primero sus desventuras en un tono paródico y pedante, estilístico, diría, y el segundo en una afición filosófica, geométrica, frustrada, muy racional. Creo que a partir de ahí, aun manteniendo cierta tendencia a la abstracción y a la vena intelectual, he ido rindiéndome a la emoción y al sentimiento, tratando, eso sí, de compensarlo con ironía y con humor, que al fin y al cabo son ingredientes de la melancolía, tan necesarios como imprescindibles, y que suponen una actitud moral. Pero nunca hubiera sido capaz de llegar hasta el extremo de anulación y de negación en que se sitúa o se escuda, tan certera y tan agudamente, Rafael Azcona.»