Hacía mucho que no veía a
Agustín García Calvo en prensa. Los columnistas enojados sirven para desatascar las tuberías del conformismo periodístico, de vez en cuando. A veces, su enojo divierte; otras, da qué pensar; la mayoría, cansa y el lector no llega al final de la columna. En esta ocasión, el enojo de García Calvo tiene que ver con las obras públicas. Dice que no lo son porque no obedecen al bien común sino al de unos cuantos, generalmente contratistas. Ya lo sabíamos, pero es bueno que aparezca en un diario adicto.
Obras públicas.