Para toda esta tontuna monárquica que se ha montado, David Álvarez recupera un texto de Julio Camba, de 1923, El rey de bastos y un rey constitucional.
«Es decir, que, al llamarle inteligente, mis amigos no se proponían otra cosa sino afirmar que el rey en cuestión era un ser dotado de inteligencia. ¿Qué idea tendrían esos hombres de la realeza? Llega un rey a una reunión. Se habla de Polonia. Se ve que el rey ha leído, poco más o menos posee sobre la política polaca las mismas vagas ideas que uno posee. Además, se ve que habla llanamente, como todo el mundo, diciendi “sí, sí”, “claro está”, “me hago cargo”, “desde su punto de vista no deja usted de tener razón, pero por otro lado…” y cuando el rey se va, las gentes se quedan estupefactas.»