En 1953, Stanley Miller simuló en un famoso experimento de laboratorio las condiciones de la vida en la Tierra antes de la aparición de la vida. Como resultado obtuvo cinco aminoácidos, que como es sabido son los “ladrillos” que permiten armar las proteinas, los constituyentes fundamentales de los seres vivos. Ahora sus antiguos colaboradores analizan muestras de una variante del experimento original con resultados aún más espectaculares. Javier Yanes en La vida surgió de una chispa hace medio siglo.
«Miller falleció en 2007, pero sus sucesores le siguen los pasos. Sus antiguos becarios, James Cleaves y Jeffrey Bada, hallaron muestras del experimento original y las han analizado. Según la edición de Science, una segunda versión del aparato, que Miller no publicó, engendró 22 aminoácidos.
La mayor sorpresa está en la clave de esta variante: una espita que concentra los gases simula un volcán, que muchos sugieren como la cuna de la vida en la Tierra prebiótica. Si la atmósfera de entonces no era reductora, los gases volcánicos sí lo son. Y, por si fuera poco, el vulcanismo produce tormentas eléctricas. Miller pudo tener más razón de la que sospechaba.»