Creo que Rafael Reig no reflexionó lo suficiente sobre este asunto; o quizás sí lo hizo, pero en ese caso está mal o parcialmente informado: el libro electrónico es un hecho que poco tardará en ser de utilización masiva, y por una sencilla razón: porque cada día los lectores de libros electrónicos son mejores y más usables. Él opina todo lo contrario: Comprad, malditos.
«Sin embargo, si se empeñan, pronto habrá gente que nunca haya leído libros y ya sólo lea en pantallas. Y, como ha sucedido con los ordenadores, cada dos años cambiarán el sistema operativo, les añadirán algo, introducirán una supuesta mejora que será incompatible con lo anterior, etc. Nos obligarán a consumir más y a mayor ritmo. Con (pocas) dificultades todavía se puede leer un libro de la Edad Media: un archivo de texto de hace diez años jamás se puede ni abrir. Con libros electrónicos tendrán a todo el mundo comprando como botarates, cambiando de trasto cada tres años, como de coche, televisión, DVD, etc. Yo aún leo de vez en cuando las novelas de Salgari o de Los Cinco que fueron las primeras que leí. En cambio, todo lo que escribí en mi primer ordenador, un Commodore 64, sería irrecuperable por completo si no lo hubiera impreso en papel.»
2008-10-20 11:05
Bueno, el artículo tiene exactamente el mismo valor que el que lanza alguna boutade irreflexiva durante una sesión de cerveceo nocturno. El clásico “yo de eso no entiendo”, “a mi dadme mis XXXX de toda la vida”, “ya estás con esos matamarcianitos de locos”, “yo no leo tebeos” y otro tipo de idioteces que se dicen sin pensar pero que como salen en una columna en un periódico tiene más eco. Eso sí, es muy representativo de la forma de pensar de bastante gente, principalmente del tipo de gente que se “caga en todo por la patilla” sin pensar demasiado. Decepcionante.
2008-10-20 11:11
Ya, pero lo reseñable es que esa opinión la lanza alguien que se supone informado, casi un pope actualmente del mundillo cultural; y además, temo sea una opinión muy extendida entre la gente “literaria”.
Saludos
2008-10-20 11:58
Tengo un Trastorno de Identidad Disociativo. Así, mientras una de mis personalidades se niega ha hacer comentarios en este sitio web, por una tontería técnica, esta otra prefiere hacer lo que le da la Real Gana. A lo que iba.
Rafael Reig tiene razón cuando afirma que se fabrican las cosas para que no duren, de forma que haya que seguir comprando. Pero creo que no ha entendido algo y que tiene que ver con el formato del fichero y no con el aparato o atilugio utilizado para reproducir dicho fichero.
Eso se arregla fácil y así lo ha entendido el Proyecto Gutenberg que ofrece los documentos en formato de texto plano desde el año 1971.
Muchos escritores, usuarios de ordenador, no tienen demasiado interés en utilizar formatos de fichero realmente “universales”. Y los que conozco ni siquiera se molestan en hacer una copia de seguridad diaria de sus ficheros.
Sea Rafael Reig o pepito de los palotes, de oficio escritor, deberían, antes de emplear una herramienta aprender a usarla correctamente.
Otra cosa muy distinta es el hardware específico para leer, hay una tendencia por parte de las “editoriales” a convertir al lector de libro eléctrónico en un esclavo de formatos digitales propietarios, el ejemplo más escandaloso es Microsoft Reader y otros “listillos” incluyendo en sus formatos el DRM.
En un Commodore 64 se puede leer cualquier texto o libro del Proyecto Gutenberg, tambien escribir una novela o poesia, o … eso es lo que parece que ignora Rafael Reig.
¿Entienden ahora la importancia que tiene el usar y potenciar OASIS?.
Open Document Format for Office Applications
2008-10-20 12:06
Cayetano ha tenido que soportar, durante más de 15 años, el caos de formatos gráficos vectoriales y de bitmap. Así que lo dicho vale para ilustradores, ingenieros (CAD) y demás fauna que pueblan la selva digital.
2008-10-20 19:04
Bien. Pues yo absolutamente estoy de acuerdo con Reig. Hay sobretodo tres detalles que me convencen y contra los cuales no encuentro nunca réplicas satisfactorias. El primero de todo, sobre la impresión de los formatos digitales. Quien haya trabajado en una oficina sabe a lo que me refiero. Hasta los más tecnófilos de la oficina se imprimen los pedeefes. Y es que los dispositivos electrónicos de lectura que he visto tienen un problema fundamental: el brillo y la vibración. Eso, jode la vista. Un libro también (pregúntenselo a mi oculista), claro, pero menos, mucho menos. Y me dirán que no, que es imperceptible. Bien, entonces explíquenme porqué se imprime a destajo. Porque gente sin prejuicios tecnológicos de ningún tipo desprecia de ese modo las pantallas ¿Están seguros que una consola de lectura tendrá la quietud de una hoja impresa? Está por ver…
El segundo de ellos es el consumo de energía. Claro que no está hecho el cálculo de la energía necesaria en una imprenta vs. la energía consumida en millones de tipos enganchados a una pantallita, pero me temo que el consumo doméstico sería también bastante mayor. Un libro, una vez impreso, no consume nada. Bueno sí, seguro que existe un estudio de la universidad de Sodoma Tech, que demuestra que una hora de lectura consume una media de 1,45 calorías, pero en fin, dejémoslo aquí.
El tercer punto atañe al reemplazo que una élite tecnófila pretende hacer del libro impreso, un formato extendido y aprobado por el tiempo y el pueblo. Porque no tengan la menor duda que lo que percibiremos por aquí abajo, los que tenemos otras ocupaciones (y otras preferencias económicas) aparte de estar renovando nuestro parque tecnológico circundante, es que están intentando endilgarnos algo por puros intereses comerciales. Y ya tenemos una experiencia nefasta en eso. Yo, sobretodo, recuerdo el reemplazo a toda marcha que se hizo del vinilo. Primero nos jodieron con el precio, porque un vinilo, mucho más caro de fabricar, se vendía mil pelas más barato que el cedé. Pero hubo un consenso oligopólico salvaje, unánime. Y de pronto empezamos a quedarnos sin vinilo. Cuatro tiendas en Barcelona arrinconaban secciones cada vez más pequeñas, y todo lo nuevo llegaba primero (o sólo) en cedé. Y nos dijeron: el cedé se oye mejor (mentira: la digitalización suprime frecuencias), no se raya (otra mentira: se rayan como unos hijosdeputa) y ocupa menos (oh, vaya hallazgo: al fin algo verdadero). El resultado: el artwork no se apreciaba, las letras eran para leer con lupa y los reproductores tenían una vida media veinte veces más corta que un giradiscos.
El resultado: hasta la FNAC, vendedores de gadgets electrónicos (y no de giradiscos) está reintroduciendo el formato vinilo. Me enorgullece la terquedad de los melómanos. Porque en todo esto hay otros factores (el fetichismo ¿o ustedes no adoran objetos?; la presencia física, yo nunca me acuerdo de lo que tengo en mp3, peró me sé de memoria el orden de mi viniloteca; la humanidad de formato (sí: no se rían)…
Sobre los dos primeros comentarios, de Alberto y Marcos, creo que no son nada acertados. El primero hace una alusión al talante reaccionario de los luditas de cafetín, que puede revertirse igualmente contra los tecnófilos acríticos que acogen toda vaina nueva que venga a sustituir algo. En realidad, parece que lo que deseen sea la propia sustitución. Esa actitud existe en los dos sentidos, y hoy en día, tiene mucho más peso social el segundo grupo: los nuevistas, llamémosles así.
El comentario de que el libro digital será asumido masivamente, Marcos, no es ningún juicio en sí. El número de usuarios no certifica la bondad ni la maldad de algo. Tengo que recurrir a la broma de los Dead Kennedys: “10.000.000 of junkies can’t be wrong!”. De hecho, en cualquier teoría de la retórica se estudia eso como la falacia ad numerum.
Y por supuesto, hay otros puntos que nunca se abordan. ¿Porqué debe forzarse el reemplazo? ¿Quién lo llevará a cabo? ¿Cuánto nos costará? ¿Qué sucederá con la letra ya impresa?
Y así como el reemplazo de la chimenea por la televisión y la cocina a gas, trajo el final de las tertulias familiares, el fin de la limpieza de bosques (y los incendios consiguientes) y la implantación de la calefacción y, consiguientemente, la proliferación de construcciones antiecológicas (el desprecio por la ubicación de las construcciones y por los materiales térmicos), me temo que toda la tropa de entusiastas del libro digital, por mucho que lo piensen, no lograrán abarcar las consecuencias sociales de tal reemplazo que, con toda mi alma, deseo que nunca llegue a realizarse…
Como recuerda siempre MIquel Amorós: hay que plantearse siempre para qué quiere implementarse una nueva técnica, a quién beneficia y qué costes sociales tiene, sí, sobretodo eso: a qué modelo social nos conduce. A estas alturas resulta, como mínimo, un poco inocente seguir creyendo en la neutralidad de la tecnología.
2008-10-20 19:42
Bueno, sé que no soy tecnófilo (es más, diría que soy lo contrario) y desde luego no he expuesto lo que pienso yo de los libros electrónicos. Mi opinión es estrictamente sobre la columna de Reig y sobre cómo lo dice. Y mi impresión es la que pongo en mi primer comentario: ni siquiera se ha parado a pensar a ello, simplemente lo desprecia y a tomar viento. Como digo al final me resulta decepcionante, vaya, me decepciona que alguien a quien supongo inteligente actúe de forma tan prejuiciosamente caprichosa.
Tú, en tu comentario, meditas y razonas mucho más de lo que siquiera intenta Reig. Por supuesto me parece discutible lo que piensas (mucho) pero es todo un comienzo.
2008-10-20 21:35
Carlos, como dice Alberto, tu comentario es muchísimo más profundo y argumentado que el de Reig. No obstante, creo que hay equívocos en tu planteamiento. Por ejemplo, tienes toda la razón cuando dices que la tecnología no es neutral, pero es que el libro es una tecnología, de hecho una tecnología revolucionaria cuando se implantó en el siglo XVI; y una tecnología que acabó con un modelo e implantó otro: por ejemplo, el libro acabó con la literatura oral, además de con varios modos de vida distintos. ¿Era mejor lo anterior? ¿Será peor lo que viene que lo actual? Pues puede que sí, claro, pero el cambio es un hecho que no tiene marcha atrás.
A mí lo que me parece demasiado simple por parte de Reig es el planteamiento: pensar que la editoriales se lanzan al libro electrónico para vender masivamente. Las editoriales se lanzan al libro electrónico porque no les queda más remedio, porque después de mucho resistirse empiezan a ver que ese es, irremediablemente, el futuro. ¿Que no se usa? Bueno, no sé qué datos tienes (dices que la gente imprime todo), pero yo ya he leído a varios editores que usan lectores de libros electrónicos para leer los originales que llegan a su editora, y también sé de gente, bastante, que lee en pantalla (cosa que yo no soy capaz de hacer con textos largos) o en dispositivos electrínicos con la misma asiduidad que antes leía libros de papel.
Saludos
2008-10-20 23:11
Entiendo que el tono de Reig moleste. Cuando no estoy de acuerdo con él, suele parecerme un pelín sobrado. La cuestión, en el tema que nos ocupa, es un poco mi desespero ante la magnitud de esta nuestra resignación: dices, Marcos, “el cambio es un hecho que no tiene marcha atrás”.
No sé muy bien como tomarme eso. ¿Significa simplemente que nadie va a oponer resistencia? Es una actitud que encuentro decepcionante: tal y como lo expresas parece un cambio desinteresado, sin impulsores. Parece un evento meteorológico. No estoy conforme con esa resignación (o aceptación). En realidad, este es un estado de ánimo que se impone como condición primera para endilgar el cambio. Mejor cómetelo voluntariamente porque te voy a meter la cuchara quieras o no. Es casi una fatalidad. ¿Y qué hacemos? Esperamos la gran ola en la playa, en lugar de correr a escondernos.
Pero todavía tengo otro argumento en contra: sí tiene marcha atrás. He puesto un ejemplo: observa el renacer del vinilo y la muerte del cd como soporte musical. ¿Se impuso la usabilidad, el buen criterio de la industria, la optimización del espacio, la capacidad de almacenamiento, la reproductibilidad? No señor: se impuso la humanidad. El coleccionista cenutrio, el maniático que quiere un disco de coleres con una tara en la esquina, el que celebra cada canción con el ritual de la aguja y las orejas desplegadas…
Y Alberto: si estás en tan gran desacuerdo con mis argumentos, me gustaría saber porqué. Porque si no eres tecnófilo y mis razonamientos no te parecen bien, igual me muestras una “tercera vía” que desconozco.
En fin, como siempre, un placer discutir aquí. Como decían en aquel programa de la tele: son ustedes formidables. No es broma.
2008-10-21 01:29
Carlos, te aseguro que hay cada vez más gente que no imprime para corregir, porque es infinitamente más cómodo poner comentarios y correcciones en un ordenador que escribir en papel. Y cuando se colabora para elaborar un libro o documento, ni te cuento. Por cierto, hay pantallas (como las de los Mac) que pueden resultar tan agradables como el papel.
Dices que hay que plantearse qué consecuencias traerá y desde luego yo ya disfruto de una increíble: puedo leer libros que en otro formato no habrían llegado a mí nunca, porque editar en formato digital es posible para autores que nunca lo habrían hecho en papel, porque las editoriales tampoco son neutras. No sólo no me voy a oponer al cambio sino que estoy encantada.
Y Reig se equivoca, hay mucha gente que hemos leído toda la vida y ahora lo hacemos encantados en dispositivos electrónicos. De hecho, leo mucho más desde que leo en PDA, porque es portátil y puedo hacerlo en cualquier sitio. Y otra ventaja es que se puede modificar el tamaño de letra, con lo que resulta muy útil a ciertas edades.
A mí el argumento de los intereses económicos me parece el comodín para explicar cualquier cosa que no nos gusta. Nunca había pensado yo que las editoriales se dedicaban a obras de caridad.
2008-10-21 02:27
Pero Carlos, ¿qué renacer del vinilo? Me temo que eso sí sea sin duda alguna un puro movimiento mercantil, una oferta para gente con posibles y nostalgia que se aburrirá pronto.
Y no, yo no creo que detrás de este cambio haya un movimiento dirigido, al menos no más que con el invento de la imprenta. Otro tema, obvio, es que seguramente esto contribuirá a ampliar la brecha tecnológica. Sí, pero eso es otra historia a la que habría que sumar decenas de otras pequeñas historias. Como cuando se inventó la imprenta.
Saludos
2008-10-21 12:17
Sí, Carlos, perdona, ayer dejé el comentario sin mucho tiempo y por eso no me extendí más, aunque tanto María José como Marcos han apuntado bastante hacia la misma dirección en la que pienso yo.
Sabes que lo que dices sobre el vinilo no es estrictamente cierto, ese regreso al formato LP, aunque fuese deseable (que por lo que explicas parece que sí) es un regreso de coleccionista, no se ha impuesto, no se ha estandarizado, no es un uso mayoritario, ni siquiera tiene un uso significativo. Estos años ha sido un poco “el regalo de moda” y se sacan algunas ediciones limitadas que la gente paga bastante, al igual que hay libros en ediciones más bonitas y cuidadas o juegos de mesa labrados en madera, por poner dos ejemplos.
No es que quiera bajar los brazos ante la llegada de cualquier novedad, pero es que Rafael Reig no ha valorado ninguna de las características positivas del libro digital: abaratamiento de costes de producción y de precio de venta, el factor ecológico (habría que valorar si la incidencia ecológica de una batería de litio es mayor o menor que la tala de XXX árboles, pero la intuición —que puede ser mala— me dice que será menor), el factor espacial, la usabilidad… venga, te pongo dos ejemplos reales: 1, un amigo mío que se llama como tú se ha ido a la India por dos meses, se marchó ayer. La conexión le daba nueve horas en Londres, más lo que dure el viaje hasta allí. Se ha llevado un libro de unas 1200 páginas (se llama “El esnobismo de las golondrinas”, ahí es nada) que pesa como dos kilos, más o menos. Cuando se lo acabe, a pesar de ser una edición preciosa, cree que lo abandonará o lo regalará. Luego le tocará comprar libros en inglés si quiere seguir leyendo, aunque no domina demasiado ese idioma. Si él tuviese un Reader, un lector de libros digitales, podría llevares sesenta libros, uno por día. Con kilo y medio de peso. ¿Es o no es una ventaja real?
Ejemplo 2: dentro de un par de meses me mudaré por cuarta vez de ciudad (y de país probablemente) y no sabes la de libros que he dejado por el camino sin haber leído siquiera entre mudanza y mudanza. Y siempre llego al sitio nuevo con un par de libros como mucho, porque pesan bastante (ya sabes que cuando uno viaja nada pesa tanto como los libros y los apuntes).
¿Y a la hora de estudiar? ¿Y el estudiante que se va al pueblo con tres para septiembre y estudia allí? ¿Y la posibilidad de “anotar sin emborronar” y archivar ordenadamente esas anotaciones? ¿Y la recuperación de centenares, ¡miles!, de obras descatalogadas que no se volverán a editar por falta de interés o de rentabilidad? ¿Y poder comprar libros en otros idiomas on-line de forma barata y sencilla que aquí no puedo encontrar (no sabes lo que me cuesta encontrar una selección decente de libros en italiano, por ejemplo)? ¿Y…?
Otra cosa: ¿has visto alguna vez un lector de libros digitales? Yo no, una PDA sí pero sólo por fuera, nunca la usé. Pero me dice Paco Serradilla, anotador y colaborador de LdN, que leer un libro en un lector no se parece ni siquiera un poquito a leer en pantalla, que es algo muy próximo a leer en papel y que las pegas que ve por el momento no son que fastidie la vista sino que por ejemplo las páginas tardan un poco en pasarse o que tienen poca autonomía o que leen formatos propietarios. Por supuesto a medida que pase el tiempo cada vez se irán mejorando más estas características.
Ahora la gran sorpresa (lo siento Paco): me encantan los libros en papel. Soy un poco escéptico con el libro digital pero quiero desesperadamente tener uno para comprobar yo mismo cómo funcionan. Pero (lo siento de nuevo Paco, sé que esto de jode sobremanera) me encanta el placer físico del libro, el lomo, la portada, cómo quedan en la estantería, la solapilla, el gesto de cerrarlo a dos manos, en fin, toda la cuestión romántica (que, curiosamente, es lo que sigo echando de menos del tabaco y muchos antitabaquistas me dirán que ese maldito romanticismo es el que acaba jodiendo la salud). Así que personalmente dudo mucho que el libro digital acabe con nada porque gilipipas románticos como yo los hay a espuertas. Pero sí que veo posible, y bueno, que convivan.
¿Sabes qué ha hecho Reig en su artículo? Se ha echado una cerveza, ha cogido los frutos secos de la mesa y ha dicho con la boca llena “ya están con la puta tecnología, como el libro de toda la vida no hay nada”. Y a otra cosa. Solo que lo ha hecho en un periódico nacional y con muchos lectores, de ahí mi queja.
2008-10-21 21:45
Pues Alberto, yo pensaba que no me iba a gustar nada leer en PDA, que de momento prefiero porque tiene retroiluminación y puedo leer aunque no haya luz. Y estoy encantada porque leo muchísmo más y así que sigo disfrutando del autentico placer que es el del contenido.
2008-10-21 22:37
Yo estoy con Alberto en su comentario n.º 11 en casi todo, así que no voy a repetirlo :-)
Solo quiero añadir que Reig no tiene mucha idea de que los primeros en ser apocalípticos, y no integrados, no han sido precisamente los tecnólogos, sino, oh, sorpresa, los buenos amantes de los libros. Allá por el año 2000 asistía yo a unas estupendas conferencias sobre La escritura y el libro en la Historia, en el Museo Arqueológico Nacional (muy bueno el programa de este museo, por cierto), y una de ellas la daba nada menos que Hipólito Escolar Sobrino, el gran historiador español del libro; pues bien, fue emocionante oírla: nos habló de toda la galaxia Gutenberg, pero terminó con dos conclusiones: 1. Entre los 5000 años de historia del libro, solo hay 5 siglos de incunables y libros actuales, es decir, que la “galaxia Gutenberg” ocupa un 10%; 2. El libro va a dejar de existir tal y como lo conocemos: el o la internet acabará con el libro actual.
Yo casi lloré, claro, porque soy una de esas gilipipas románticas. Espero que se confundiera y convivan los dos, aunque no sé si eso se limitará a las generaciones de transición y a escasas tiradas de libros muy lujosos y destinados a un público muy específico.
Aún no tengo e-book; estoy esperando a que Paco o alguien más enterado que yo me diga por dónde van a ir las editoriales y los formatos ;-)
Un beso.
2008-10-22 01:49
Bien, un montón de argumentos. Muchas gracias, Alberto, porque me dejaste un poco a medias. Como puedes imaginar, yo que soy de cabolo duro como una nuez, sigo pensando lo mismo, y es casi lo mismo que piensas tú: creo en la humanidad del libro. El libro como objeto es insuperable. Y no estoy de acuerdo en suprimir lo que hay alrededor del contenido. Hay que leer a William Morris o ver como edita la gente de Pepitas de Calabaza o Acantilado para darse cuenta que el libro es contenido y continente. Yo digo que en una proporción 75% a 25%, respectivamente.
Y sigo con la sensación de que nos lo qiuieren endilgar. Me sentiría más tranquilo si hablasemos de complementar la edición, la impresión, con otros métodos de corrección y lectura, y no hablásemos de un reemplazo, de algo que se extingue, que es lo que me pone la mosca detrás de la oreja, porque todos los reemplazos que he padecido han sido meras maniobras industriales en las que he salido perdiendo. Si me habláis todos de convivencia entre soportes, muy bien, seguiré con mis mudanzas con cajas y más cajas (Alberto, hace seis meses me hice enviar treinta kilos de papel impreso de Barcelona a Porlamar: cágate lorito: ciento cincuenta euros), con mis libros, mientras a mi alrededor proliferan gadgets de lectura, con su brillo y su energía portátil. No tinc cap problema.