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La humillación de envejecer

Klaus Ziegler se levantó pesimista y escribió La humillación de envejecer, un texto que describe el proceso físico de envejecimiento de todo ser humano.

«La masa muscular comienza a menguar después de los 25 años. A los 50 se ha reducido un 10% y a los 80 esta reducción puede llegar al 50%. Por ello el viejo luce flaco de brazos y piernas, aunque barrigón, debido al debilitamiento de los músculos del abdomen y al peso cada vez mayor del tejido adiposo. Su rostro muestra nariz prominente y grandes orejas, debido al crecimiento incesante de los cartílagos. “La humillación de envejecer”, como dijo alguna vez Borges.

El sistema inmune lleva una de las peores partes con el envejecimiento. Después de los 40 años la acción de los neutrófilos (un tipo de glóbulo blanco) es más débil, lo que se traduce en infecciones más frecuentes y graves. Enfermarse es privilegio de los jóvenes, ¡el viejo vive enfermo!»

Marcos Taracido | 16/10/2008 | Artículos | Ciencia

Comentarios

  1. Ana Lorenzo
    2008-10-16 11:59

    Pues sí, se levantó pesimista, ¿no? Está bien eso de envejecer. ¿Quién querría despedirse de esta vida con un cuerpo adolescente de hormonas revolucionadas y un cerebro curioso y abrasador como una cerilla encendida?
    Lo malo es que en la sociedad en la que vivimos sí tratamos la vejez como una enfermedad y una humilllación. No se ven cuerpos viejos si no es en el telediario cuando se rescatan seres indefensos de abusos de ciertos perversos responsables de las residencias donde viven.
    Pero un viejo tiene miles de historias que contar a sus nietos; sus ojos vidriosos siguen leyendo; son expertos en escribir cartas manuscritas con buena letra cuando te vas de vacaciones; saben hablar con el panadero y el zapatero y la vecina… y consiguen que te regalen una rosquilla o te enseñen cómo huele el taller; sus manos huesudas y blancas huelen a tabaco (las de él) y a colonia fresca y antigua (las de ella); son capaces de tirarse toda una tarde jugando al “veo, veo” sin cansarse; y la abuela ciega de cataratas no se enfada si tiene que hacer de “base enemiga” a la que tenemos que llegar sin ser vistos ni oídos.
    Sí, son los recuerdos que tengo de mis abuelos. Y muchos más. Cuidarlos al final como si fueran niños.
    Envejecer no es enfermar, es vivir mucho, e ir cambiando para llegar al final.
    Un beso.


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