El discurso suicida es un análisis que intenta explicar, dar pautas para detectar y ayudar al familiar que tenga intenciones de suicidarse. Ojo, no es un manual, sino que Carlos Martínez divaga en ocasiones y reflexiona sobre la naturaleza del suicida, siempre desde la psicología.
«El dolor mental no es necesariamente patológico, manifiesta. El tránsito por las crisis produce dolor; las separaciones, las exclusiones, las pérdidas son pruebas para nuestros recursos vitales que, a la vez que vulnerabilizan la cotidianidad y sus escenarios, permiten asegurar la fortaleza y la continuidad de la estructura, al menos por un tiempo. Hasta la próxima crisis, hasta el próximo dolor.
El abandono, la humillación, la mutilación, por ejemplo, se significan en dolor, y ese dolor se expresa en un corpus discursivo. Lo que amamos y sus manifestaciones son los propulsores de la emergencia del dolor. Es por esto que el posicionamiento terapéutico frente al discurso suicida (el ethos de quien interviene) se torna eficaz en la distancia corta, casi en el cuerpo a cuerpo, casi en la equivalente simbólica de la ecuación Eros-Tánatos. Algo de la ética/clínica con este tipo de pacientes marca recurrentemente que, aunque la escena se despliegue en el marco de una excitación psicomotriz y revoleando objetos, lo que tiene para decir —el texto— se torna casi inaudible, hay que arrimarse, introducirse en el discurso para poder escucharlo. Es como aquellos gritos de las pesadillas que no logran convertirse en palabra y que no dejan de emanar angustia hasta que nos son interpretados en y por el lenguaje, verbal y/o paraverbal.»