Andrés Ibáñez cuenta una anécdota atribuida a Roberto Bolaño y a partir de ella reflexiona sobre el enigma mismo que encierra la escritura de la novela. El enigma Bolaño.
«Una broma de bar. Podemos considerar el enigma de Bolaño una simple broma de bar o quizá, si así lo deseamos, buscarle un sentido más misterioso y oscuro. ¿Qué dice el enigma de Bolaño? ¿Es una crítica sutil a la novela negra y, en general, a ese tipo de literatura que consiste en la desvelación progresiva de un misterio sorprendente? ¿Es una reflexión sobre el estatuto de las historias, de nuestra incapacidad para crear verdaderas historias? ¿Es una denuncia melancólica? ¿Dice el enigma de Bolaño que en nuestro mundo ya no hay historias que contar? ¿Es una defensa curiosa y elocuente de la poética posmoderna, que afirma que aunque ya no es posible contar historias porque nuestra vida ha dejado de ser épica, sí podemos en cambio contar nuestro fracaso («al menos podrás contar esta historia») o nuestra propia incapacidad para contar historias?»